Esta semana han arreciado en los diferentes espacios de discusión taurina los comentarios al respecto de unas declaraciones de Tomás Prieto de la Cal en Alfaro, las transcribió en primer lugar Pablo Garcia Mancha y arreciaron los comentarios en favor y en contra. Hemos podido seguir el debate en el Blog de “El toro de la jota”, en “Toro, torero y afición” y en “Hasta el rabo todo es toro”. La afición, y algunos ganaderos, se han posicionado rápidamente a favor y en contra con furibundos argumentos en algunos casos. Yo particularmente no entiendo la naturaleza de muchos de los ataques, Tomás en principio solo da una opinión particular al respecto de que reconociendo que no todas embisten ni dan el mismo juego a su juicio todo lo que procede de Domecq le parece igual. Por lo menos eso extraigo yo de sus palabras. Otro ganadero se ha sentido atacado y en vez de articular una defensa de su ganado se dedica a despotricar sobre los productos del vecino, buena argumentación pero nula.
El debate creo yo no está en que toro es mejor, todos son buenos… si embisten, para la lidia digo, de hecho todos la tienen aunque algunos lo nieguen. Esa era una de las bases del espectáculo, la diversidad y la emoción de lo desconocido. Hoy no, hoy se intenta homogeneizar todo. Las faenas deben constar de 10x pases por la derecha, 5x por la izquierda, 2x circulares, 3x circulares invertidos y una serie de manoletinas para cuadrar. Y claro esta tauromaquia necesita de un tipo de toro y embestida particular para poder realizarla. Para mi gusto la tauromaquia es muy amplia y variada para reducirla de esta manera. Por tanto son necesarios los toros de Tomás, de juego en el caballo y recelosos en la muleta, también lo son los suaves toros de procedencia Domecq, los bravos de esta mismo encaste y como no toda la retahíla de encastes vivos o en posibilidad de salvación del orbe taurino. Este pasado fin de semana en “El Café de Chinitas” ya habíamos hablado de estas cuestiones, y afirmaba yo que descubrí la verdadera dimensión de torero que tenía Enrique Ponce el día que lo ví porfiar en Zaragoza y cortarle dos orejas a un sobrero manso de libro de Tornay. Me demostró su capacidad lidiadora y que su tauromaquia era mucho más amplia que la sucesión de derechazos a la que me tenía acostumbrado. También afirmo que el día que más poderoso pude ver a “Joselito” (Arroyo, que al más grande no lo pude ver por edad) fue con aquel marrajo de “Cortijoliva” que le salió de saldo en su encerrona madrileña, en el que Carretero también se mostró como torero de poder y recursos. Por tanto todo nos sirve si es bien empleado y la emoción aparece por el ruedo.
En la polémica mucho se ha escrito sobre ganaderías procedencia Domecq y si son desechos o verdaderas ganaderías… yo no voy hablar de desechos y sí del carácter de los propios ganaderos. Una ganadería siempre es lo que desea su ganadero, y cada uno elige lo que le gusta… por interés económico o por entender la tauromaquia de una determinada manera. Cuando hablamos de desechos todos deberíamos recordar el ejemplo de “Victorino” que con una ganadería que se encaminaba al matadero se ha convertido en el ganadero más importante de los últimos 50 años, si no en uno de los más grandes de la historia. También desechos de Santa Coloma fueron luego encastes que dieron muchas tardes de gloria como “Coquilla” y “Graciliano”, al señor Marqués no le gustaba lo “ibarreño” y lo iba eliminando, como después se ha comprobado lo que para uno no sirve para otro es la panacea. También fue un desecho de “Murube” lo que daría origen a “Contreras” y hoy anhelamos todos poder ver algo de aquello. Por tanto los desechos pueden dar lugar a buenas ganaderías esto está claro porque lo demuestra la historia, el problema como siempre está en el criterio del ganadero. Más ejemplos de la diferenciación entre ganaderos, una discusión entre los hermanos por diferencias de criterio en la gestión de la ganadería de “Jandilla” termina con su separación y dividen la ganadería, Borja por un lado, Fernando por otro y una tercera parte que enajenan para Gallardo. ¿Tienen algo que ver una con otra en comportamiento y hechuras quince años después aparte del origen común? En mi criterio no, unos alimentan de una forma, el otro de otra y cada uno selecciona con unos parámetros diferentes. Pues no son iguales, meter a todos en el mismo saco sería una aberración, no todo de “Jandilla” es igual ni casi nada de Santa Coloma se parece a lo del vecino. En esto el reduccionismo no vale, lo que deberíamos hacer es abogar por una mayor variabilidad de caracteres y no una homogeneización del ganado que es lo que pretenden muchos de los protagonistas de la fiesta. A los aficionados nos deben entrar muchos toros en la cabeza, y muchos toreros, que casi todos tienen algo. Pero a estos toreros también les tienen que entrar muchos toros en la tauromaquia, y tienen que entender la bobaliconería de muchos, la encastada embestida de otros, el tranco de los “Núñez”, la humillada embestida de los “Saltillos”, la fijeza de los “Santa Coloma”, la emoción de los “Pedrajas”, la embestida a media altura de “Miuras”,“Pablo Romeros” y “Veraguas”, todos estos y los que me dejo, por que esto es un ladrillo ya, conforman la “Tauromaquia” y la “Lidia” con todos sus matices y grandezas. Lo demás es entrar en el juego de algunos que en mi opinión tienen teorías reduccionistas sin importarles precisamente la emoción del espectáculo que será quien lo salve, si esto tiene salvación.
2 comentarios:
Por fin alguien con sentido comun y que sabe leer! .
Luis
Usted perdone, pero eso que dice de Victorino es radicalmente falso. Ni se encaminaba al matadero ni su fin estaba próximo. El paleto sabía muy bien lo que compraba, que de tonto no tiene un pelo y lo de Escudero calvo estaba bien cuidado y seleccionado. Esto que usted dice es una leyenda urbana como lo de la chicas de la curva. Lo que ha encontrado en puro barbecho es lo de Barcial, y le está costando una barbaridad sacarlo adelante. vamos, que el paleto no es un mago Merlín y que muy probablemente se vaya de este mundo sin conocer un triunfo de sus patas blancas.
Todo lo anterior dicho desde el respeto al gran ganadero que es Victorino Martín Andrés, de Galapagar.
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