domingo, noviembre 08, 2009

LA INTRODUCCION

No he podido resistirme a la tentación de copiar aquí la introducción del libro "De Pronostico reservado"

"En España siempre hubo numerosos encastes que, a pesar de proceder todos de las ramas principales originarias, con la impronta de cada ganadero en su selección, daban a sus toros comportamientos distintos durante la lidia.

Está característica ponía a prueba a los diestros en su aptitud como lidiadores. Por ello, al contrastarlos, hacía fácil la clasificación en el ranking de final de temporada.

Pero cuando manda el torero en el mundo del toro, éste, considerado por el público taurino como "figura", busca su comodidad y una exposición menor eligiendo el encaste que más se aproxima a sus características toreras y por tanto más fácil de lidiar y, al encontrarlo, derivan hacía él todos los cruzamientos realizados por los ganaderos durante la selección al ponerse de moda el encaste elegido por la figuras taurinas. La sangre de este "encaste estrella", se inyecta, cual si fuera transfusión salvadora, en el resto de las ganaderías, en mayor o menor proporción según el convencimiento del ganadero en las posibilidades de su encaste. Y con este proceder, todos los encastes dejaron llegar nuevos genes procedentes del que más se demandaba y esto nos lleva, con el paso del tiempo, al "monoencaste", que deriva en un comportamiento único de sus unidades combativas, lo que degenera en la "monofaena" la cual llega a aburrir a los aficionados buscadores de variedad de comportamiento en los toros. Los que gozan viendo la resolución por parte del torero de las dificultades planteadas y así poder valorar la faena realizada.

Los toros suelen tener ahora el mismo fenotipo. Son más pequeños, más bajitos y menos poderosos. También, prácticamente, el mismo genotipo que, en comportamiento, da un toro más pastueño, más suave, más bondadoso, en definitiva un toro más tonto por ser un toro más "artista".

Pero es el que forma parte del trinomio "toro pastueño" - "torero plástico" - "público tolerante", al ser éste último elemento, amante del toreo "bonito" que no es otro que el toreo de adorno el cual únicamente puede practicarse con ese toro que forma parte, en la , de esa ganadería comercial patrimonio de un encaste que cría toros en serie, en vez, de toros serios y que no son "clónicos" porque aún no se domina la técnica de la transferencia de embriones si bien, todo se andará o mejor dicho ya se está andando. De momento se conforman los ganaderos potentados de este encaste con hacerse ricos merced a vender la semilla de la "embestida tontorrona" en pajuelas que darán ese torito es­tándar con homogeneidad en estampa y comportamiento "propiciador de la monofaena" monótona e insustancial. Toro horripilante a los ojos del aficionado, pero extraordinario y bravísimo para ese público que hace de la fiesta taurina de su localidad un acontecimiento social y, que, con su afluencia a las plazas, convierte el toreo en mercancía y, la cría del toro bravo, en una industria.

La lidia de los toros no puede estar en la "monofaena" que propician los toros sin fiereza y con "acometividad graduada", pues no presentan problemática a resolver, ni exposi­ción, que es la base del toreo, al tener delante un "borrego" que ni siquiera repara en el torerito que está delante y, que, incluso le avisa varias veces antes de propinarle el revolcón y, luego, cuando lo tiene a su merced, ignorarlo.

Lo que vemos, tarde tras tarde, es una vulgar faena artesana programada de antemano y que glosan los que escriben de toros, la mayoría de ellos intrusos en esta parcela de las Ciencias de la Información, faltos de conocimientos y de ética profesional, pero que tie­nen la osadía de poner en letras de molde herejías tales cómo:

"Dios bajó de los cielos y se encamó en un determinado torero, considerado de arte, y propició una faena celestial".

Cuando la faena había sido realizada a un "novillito" de festival con las defensas regla­mentariamente mutiladas y con un peso vivo que rondaría los 350 kilos. Novillo que estuvo a punto de ser indultado al negarse el espada a matar tanta "simiente salvadora de la fiesta".

Esta noticia dio la vuelta a España al igual que, pocos días después, lo hiciera la noti­cia de las tres verónicas y media dadas por otro artista de las telas a un becerro —éste aún más chico— regalado en un festival de homenaje.

¡Lamentable!

Con este panorama... ¿Qué ganadero tiene la osadía de criar toros bravos? Algunos, muy pocos, porque son conscientes que posiblemente tengan que "comerse" su mercan­cía. No obstante alguno de ellos sigue, un poco menos que más, en su línea, erigiéndo­se en triunfador —no siempre con razón— al llevar a los tendidos la verdad de la fies­ta para unos y, la congoja para la mayoría. Mayoría que, luego, colabora al triunfo de los toreros que han tenido arrestos para lidiar estas "alimañas" como algún comentaris­ta taurino denominó.

A este ganadero no le va del todo mal pues, al fin y al cabo, vende a muy buen pre­cio su producción considerada de elite. Esa producción de "alimañas" que ya no lo son tanto, como lo prueba su comportamiento en la suerte de varas donde, de unos años a esta parte, no demuestran poder y coraje, si bien, luego, en la muleta arrastran el morro por el suelo por lo que acaban muriendo con los labios embadurnados en un barro esperanzador, al ser embarcados en su muleta por algún que otro figura de la torería que ha dejado de "hacer ascos" a su lidia y, aprovechándose de la bondad de humillar, les para, templa, manda y... LIGA, mientras que los "guerrilleros" —que normalmente los lidian— se limitan a darlos mantazos y más mantazos, cuando no pases sueltos, que na­da dicen al verdadero aficionado.

Salvo estos casos, la bravura del toro se está acabando de forma alarmante, al ser el to­ro de lidia perseguido incluso por las instituciones, que consideran, allende nuestros ma­res, terrorista al ganadero que envíe para lidiar una corrida brava y con "cuajo".

No quiera Dios que, algún día, tengamos que acordarnos —ya sin remedio— de lo que poco a poco fuimos destruyendo por mor de las conveniencias y del negocio. Aunque me cabe la esperanza que algún ganadero avizor y espabilado haya congelado semen bra­vo en la cantidad suficiente para que en su momento, convirtiéndolo en semen salva­dor, nos libre de hacer antropogenie de la bravura."

Tras esta introducción el libro de Luís profundiza durante 325 páginas en la historia, la fiesta, el toro y los protagonistas de la tauromaquia. A mí como introducción me sirve y le alabo ese gusto que tiene por la variedad de los encastes y sus comportamientos y no como determinados personajes que no admiten que existan los toros mansos, broncos, geniudos y toda esa variedad de carácteres que nos emocionan a los aficionados y parecen querer desterrar los protagonistas de la fiesta.

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