martes, enero 24, 2012

ENRIQUE ASÍN NOS DEJA

Al punto de la mañana el bueno de Fernando vía SMS me informa que nuestro querido Enrique Asín había dejado este mundo para incorporarse junto a su abuelo y a su querida Maria Jesús al abono que en el tendido 1 fila 1 de esa plaza que se encuentra en el cielo donde podrá disfrutar con los lances de Florentino Ballesteros a un toro de Catalina.
Conocí a Enrique hace muchos años ya gracias a José María Cruz, otro magnífico aficionado a la vez que veterinario. Me aficionó a llegar a la calle Blas y Ubide, donde Enrique había instalado su magnífico Museo Taurino y donde se realizaban las tertulias taurinas más intensas que yo haya llegado a conocer. En la feria aquello era un lujo, pero el poder acudir cualquier viernes del año a compartir experiencias y conocimientos con aquella magnífica colección de aficionados si que no tenía precio. 
El último día que pude departir con el amigo Enrique me lo encontré en un establecimiento hostelero a altas horas de la madrugada, le inquerí al respecto y me explico que había cambiado el amplio piso donde paso sus mejores años junto a su difunta y querida esposa por un cómodo apartamento situado sobre el local donde nos encontrábamos. Por tanto él, como siempre genio y figura, para estar aburrido en casa, se bajaba a ver la vida en dicho local.
Recuerdo con mucho agrado cuando le ayude a documentar el capítulo de la biografía que escribió sobre Florentino Ballesteros al respecto de sus relaciones con el ganadero D. Mariano Catalina, otra de las debilidades históricas de Enrique, amante de la tauromaquia, su historia y los protagonistas aragoneses de la misma. Era un lujo sentarse con él para verlo leer y cotejar aquellas muestras que yo le iba haciendo llegar de los diarios y anotaciones propias del ganadero.
Me quedaré siempre con el recuerdo, de los grandes momentos en su compañía. En aquellas tardes-noches en el museo alrededor de una buena botella de vino. En la última época, en la que como buen conversador y referente del casco histórico de la capital maña cualquier día podías encontrarte con su persona y compartir un rato de amena conversación.
Ahora nos queda una labor que realizar a los aficionados, la conservación de su legado. El material, todo aquello que conformó aquel museo taurino y que se encuentra arrumbado en un oscuro almacén. Y como no, su legado espiritual, aquel que nos hizo hacer amigos, adorar la tauromaquia y su historia. Sin olvidarnos nunca de la reivindicación del arte eterno y la liturgia.

Ahora Enrique disfruta, que bastantes cornadas has llevado estos años, en el tendido de nuevo con el abuelo y tu amada esposa a contemplar a toreros machos con toros bravos.


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