jueves, mayo 01, 2008

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Miércoles, 10 de octubre de 2007

La de Ibán, sosa y sin poder. Lastima no poder ver a Uceda.

La corrida de Baltasar Ibán estuvo como sus propietarios quieren, en tipo de embestir y sin molestar a los actuantes.

A mi me fastidia lo de Uceda. A este torero hay que seguirle mucho para poderlo ver y en esta corrida parecía que le tocaba. Pero claro el toro no repetía, se los dejaba dar de uno en uno y gracias. Tenía sus pausas entre pase y pase y lo llevaba muy tranquilo pero claro eso está reñido con el toreo engarzado, y rematado que el de Usera pretendía.

Curro Díaz es un torero que se las debe de tragar de cualquier color por esas plazas de Dios, y que encambio lo catalogan de torero del arte. El arte se le presupone, pero claro este debe ser refrendado. Era su primero un toro justito de casta que no repetía una embestida ni por recomendación del Veterinario. Y por tanto el torero se dedicaba a componer la figura por tiempo interminable para poder dar su pase, pero claro el siguiente tardaba otro cuarto de hora y así no hay plan.

El tercero se dejó un cuerno en el chiquero y por tanto hubo de ser cambiado al salir al ruedo con un pegote de sangre por asta. El sobrero del mismo hierro fué un ínválido completo sin fuerza para poder hacer frente a nada y que se encontró con un torero de esos que se asombran de que en determinas plazas a los efectismos que sirven en los pueblos no muevan la voluntad de nadie ni para unas tristes palmas. La verdad es que el torero tiró de repertorio, pero claro este repertorio no pasaba de Paquito "el chocolatero" y "el tractor amarillo". Y eso con un toro que además se arrastraba por el ruedo no creó ninguna ilusión colectiva.

El cuarto, además de parado, fue soso hasta la obviedad, y con este el que terminó aburriendose fué Uceda Leal, que con todo lo finiquitó con la que puede ser la estocada de la feria.

Con el gordo y grandón toro quinto estuvo Curro Díaz, pero el toro no estuvo con él. El toro ,soso y sin fijeza ninguna, no quería pelea y termino derrumbandose de vez en cuando y sin emplearse. Los hay que se derumban de bravos y sin fuerza, este se derrumbaba por no tener que embestir ante su falta de casta.

El descastado sexto le toco a Morenito de Arnada como me hubiera podido tocar a mí. Bueno si me toca a mí, por lo menos hubiera probado ha picarlo a ver que tenía. La verdad es que no tenía nada, pero el torero tampoco.

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