Viernes, 31 de agosto de 2007
En Tarazona, segunda de feria y un titiritero llamado Javier Conde le tomó el pelo aquellos incautos que se habian pasado por taquilla.
Mi querido colega "Sin Peto" nos recuerda con sus artículos la base fundamental de la tauromaquia y su fundamento. Si hay algo en todo esto que esté reñido con las tauromaquias de Montes e Hillo es el esperpento taurómaco de Javier Conde. No es santo de mi devoción este torero al que le atribuyen dosis de arte que yo no he llegado a descubrir. A no ser que el arte lo encierre en esos paseos a treinta metros de la posición de su oponente interpretando la obertura del lago de los cisnes.
Este individuo se anunció como matador de toros en la feria turiasonense pero renunció a su profesión dejandose vivo el primer ejemplar de su lote. El toro manseaba algo, no diremos desde aquí que no, pero si no lo citas en ningún momento dudosamente se puede averiguar si esa condición de mansedumbre puede ser aprovechada para el toreo o bien el toro necesitará de aliño y muerte rápida. Pues nada el bailarín este, una vez visto lo visto, lo deberian sancionar y retirarle el carnet de matador hasta que haga propósito de enmienda. Se estuvo paseando por el ruedo a una prudencial distancia de sus oponentes y dejando correr el tiempo sin ofrecer nada, ni siquiera una muleta al vuelo para ver la reacción del toro. Toros de Pereda nada ofensivos y mansotes sin maldad ninguna. Lo que nos lleva a pensar lo bien que estaría un sistema de penalización tanto económica como de privación de permiso para actuar de estos tipos que solo van a pegar el petardo y cobrar lo acordado.
La corrida ya llegaba gafada, era el cartel estrella de la feria y contaba en el enunciado con la presencia de "Cayetano", la voltereta del otro día no permitió la comparecencia del torero rondeño y su sustituto Cesar Jimenez no paso de aburrir con un toreo mecánico sin molestar al manso y dando lances con profesionalidad pero sin alma ninguna.
Cerraba el cartel Salvador Vega que interpretó un buen toreo en su primero y pasó las de Caín con el marrajo que hizo sexto. El toro no quería más que saltar al callejón o huir por donde fuere pero además de manso era flojo de remos lo que le impedía el salto que le pedía el alma. Se refugió en tablas y allí se defendió todo y más.
Otro festejo de menos de media plaza en el coso de Tarazona, en la Plaza nueva si se puede llamar nueva a una plaza construida en 1870. Esto para aclarar a los ineptos de "El Periodico de Aragón" que ilustraban una reseña de los festejos con una foto de la antigua plaza de toros. Y es que en verano con tanto becario la prensa es un desastre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario