Miércoles, 11 de julio de 2007
A la segunda de feria acudí por invitación de un amigo y por el tema de que la suculenta merienda que se disfruta en esta plaza es capaz de ahogar cualquier pena.
Los toretes de "Los Recitales" presentaban aspecto "Jandilla" y bobaliconería para aburrir al más pintado. El mediático "Jesulín" estuvo por allí toda la tarde sin dar dos pases seguidos y como memorable solo le recuerdo que estando de director de lidia del festejo y teniendo que estar como indica el reglamento cubriendo a sus compañeros subalternos en el tercio de banderillas ante la salida de najas de un todo hacia uno de estos en vez de dedicarse al correspondiente quite capote en mano salió corriendo hacia el burladero. Circustancia que agravada por esa especie de parapente blindado de porte mayúsculo que utiliza en vez de capote dió con el banderillero a cuerpo limpio sin poder entrar en dicho burladero intentando zafarse de la embestida del animal y nuestro querido diestro a salvo en las tablas. Profesionalidad se llama esto. También nos llamo la atención su actuación en el primer toro en el que viendo que hacía viento decidió cuzar toda el ruedo e irse a la zona donde más acentuado era este fenómeno meterológico para intentar poner la pañosa, fuera de cacho que conste, como esta se abmboleaba con las rachas de viento tiró por la calle del medio y despenó al toro de fea estocada.
Con lo que sale este muchacho en televisión, lo avanzados que están los medios de comunicación y lo facil que es mandar un telegrama, e-mail o señales de humo si son necesarias y este ha decidido despedirse en directo. De pena.
La tarde la completaban Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante. El primero de ellos que venía sustituyendo a Manzanares estuvo en su linea, profesional, soso y sin mucho que destacar. Pasa por las plazas como sí no hubiera venido y con esa dejadez que te hace pensar para que se habrá metido a torero. Mató bien y dió pases de valor pero sin alma. El más cabreado con él era uno de mis compañeros de localidad, el hombre estaba convencido que la sustitución la había cogido Ponce, iluso de él, y se llevó una decepción. Talavante es diferente, sin que realmente estuviera como le hemos podido ver en otras ocasiones y aunque en su primero no terminara de acoplarse ni cogerle las distancias al toro sí que se empleó en el último al que le desplegó esa tauromaquia de ponerse encima y pasaserlo de cerca, que conmovió a los tendidos y más despues de comprobar la diferencvia de distancias con el tal de Ubrique. Pero la espada cayó muy mal, media tendida y delantera. El presidente decidió que esa estocada no era de dos orejas y el coso se convirtió en la guerra. Le llovieron los insultos y aquello parecía la gran afrenta. Para que vea usted lo que es no atender las peticiones del público, y que el público en vez de preocuparse de las verguenzas del de Ubrique solo se preocupara al final de mentarle la madre al presidente por una oreja de las de juguete.
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